29-07-2011, 08:14
La treintena es un punto de inflexión, un momento que aprovecha para echar un vistazo atrás
Fuente
Cumple hoy Fernando Alonso (Oviedo, 1981) treinta años y también treinta carreras bajo la bandera de Ferrari. Transmite la serenidad que sólo entrega la experiencia y se muestra íntimo. Abre la caja de sus sentimientos cuando habla de la familia, de su abuela ya fallecida y de la caja de bombones que ella le entregó solo unos días antes de dejarles. La treintena es un punto de inflexión, un momento que aprovecha para echar un vistazo atrás, asombrarse de todo lo que ha conseguido y tomar impulso para seguir adelante. Lleva toda la vida en un circuito, pero asegura que la cuarentena ya no le pillará saltando de un avión a otro para subirse a coches que van a trescientos por hora.
-Ya tiene usted treinta años, ¿con la edad cambia la vida?
-Significa tener otro punto de vista. Me siento un poco más maduro, más responsable. Ya no tengo la locura de los veinte.
-Puede ser un buen momento para mirar hacia atrás.
-Con treinta ya tienes un bagaje. A veces me paro a pensar e intento ver lo positivo de las oportunidades que he tenido: el karting, las fórmulas de promoción, la Fórmula 1, mis dos títulos Mundiales... También miro al futuro, a proyectos como el circuito de karting en La Morgal y la escuela de pilotos que puedo montar allí. Y ahora, la experiencia de estar con Ferrari.
-¿De verdad cree que es más importante pilotar para Ferrari que ser campeón del mundo, como ha dicho hace poco?
-A ver. Yo quiero ganar muchos títulos para este equipo. Pero a mí me paran por la calle en Japón, Australia, Canadá... y nadie dice, "vamos a hacernos una foto con Alonso, que ganó el otro día en Silverstone". No. Dicen que soy el piloto de Ferrari. Cuando tenga 50 años si me recuerdan será por haber estado con ellos.
-¿Qué regalo le gustaría recibir por su cumpleaños?
-Ninguno en especial.
-¿Nada para su coche?
-Eso no puede ser un regalo. Tiene que venir del trabajo. Me vale con que la familia esté bien, que yo esté bien, que todo siga por el buen camino. Y profesionalmente, lo que venga será por méritos propios.
-¿Guarda un recuerdo especial de algún regalo?
-Todos los de mi familia, pero hay uno que no olvidaré jamás. El último regalo de mi abuela. La perdimos un mes de agosto. Estaba ya muy malita, en la cama, y me dio una caja de bombones. Me hizo mucha ilusión.
-¿Un piloto de Fórmula 1 tiene miedo a algo?
-Todos tenemos miedos, lo demuestres o no. Temo a la muerte, a los problemas de salud, a volar cuando hace mal tiempo, a muchas cosas.
-Usted es rico, famoso, conduce los mejores coches, ¿tiene algo de malo su trabajo?
-Con todo eso se pierde la privacidad. Tienes cochazos, te pagan bien y tu vida es ir a tope por un circuito, lo que siempre te ha gustado. Pero hay cosas que hace la gente y yo no puedo. Ir de vacaciones a ciertos sitios, a los restaurantes. Y otras son incompatibles con la vida de un deportista.
-Hablando de vacaciones, también llegan a la Fórmula 1, justo después de esta carrera. ¿Dónde no le encontraremos?
-Creo que no voy a pasar esos días en España.
-¿Se mueve mucho o es de quedarse en el mismo lugar?
-Me muevo, me muevo. Voy a varios sitios y estoy un par de días en cada uno. Si paso una semana y media en el mismo lugar, al poco ya hay mucha gente que sabe que ando por allí. Entonces me voy y empieza todo de cero.
-¿Planifica sus vacaciones buscando lugares donde no puedan reconocerle?
-Sí, claro que lo pienso. Para descansar es fundamental estar tranquilo y despejado.
-Pues tiene que ser difícil.
-No tanto. Hay sitios en que la Fórmula 1 no es tan conocida.
-¿Qué piensa cuando le critican porque sonríe poco o no es todo lo simpático que lo que la gente espera?
-No presto atención. Lo respeto y paso página. Tengo la suerte de que cuando alguien me conoce se lleva una impresión buena y después se pasa meses repitiendo que ha sido una sorpresa. Me sucede a menudo.
-Ahora ya vive en España, un argumento menos para los detractores.
-Buscarán otro rápido. Pero no pasa nada. He vivido en España, Inglaterra y en Suiza. Vivía de verdad y pagaba todos mis impuestos. En los diez años que llevo en esto no hubo, ni hay ni habrá ningún problema con mis obligaciones fiscales. En eso soy muy estricto.
-¿Está contento más cerca de su familia, más arropado?
-No he notado mucho cambio porque estamos en plena temporada. Supongo que en invierno será diferente. Que ahora esté en Asturias no ha cambiado mucho porque sigo viendo muy poco a mi familia.
-¿Cómo es el ciudadano Fernando Alonso Díaz?
-Muy tranquilo, sereno. Respetuoso con la ciudad, con la gente, con mis vecinos. Soy demasiado normal para lo que le gustaría a la gente, que espera que hagas algo extravagante solo por salir por televisión.
-Hace poco fue usted mismo a pasar la revisión técnica de uno de sus coches. A la gente le puede extrañar.
-No veo por qué. No voy a estar encerrado todo el día en casa. Si he jugado un partido de fútbol y hay que pasar la ITV al coche pues acompaño a mi padre, o voy solo. No pasa nada. No tengo a nadie que me hagas esas cosas. Sigo siendo un chaval completamente normal cuando estoy fuera del circuito.
-A los diez años ya andaba por los circuitos, a los veinte también, aquí sigue a los treinta, ¿y a los cuarenta?
-No. Bueno, nunca se sabe, pero a esa edad no sé si podría dar el cien por ciento en cuanto a la exigencia física y mental de la Fórmula 1. Con cuarenta tendré otro estilo de vida y otras prioridades.
-¿De dónde saca la motivación para dar ese máximo del que habla durante tantos años?
-De lo competitivos que somos los deportistas. Me gusta demasiado ganar y odio demasiado perder. La victoria es la mejor sensación que jamás he tenido y la derrota, la peor. Y las separa un hilo tan fino que te quedas enganchado.
-La semana pasada Lewis Hamilton dijo que quería ganarle al golf, ¿acepta el reto?
-Sí, no tengo ningún problema. Seguro que terminamos jugando. Si fuera de Europa coincidimos en un hotel, nos vemos en el desayuno y no tenemos nada que hacer, igual sí. Pero no tenemos una relación tan cercana como para planearlo.
-Sería para ganarle.
-Por supuesto.
-¿Por qué circulan tantos bulos sobre su vida?
-No me pasa a mí solo. Supongo que es normal. Cuando estás tan expuesto todo el mundo tiene algo que decir de ti. Quizá otros pretenden aprovecharse. Si dicen que no sé qué casa es de Alonso, a lo mejor es que tienen una al lado y quieren venderla mejor.
-¿Cuándo fue consciente de que el coche de este año tenía problemas?
-Pronto. Cuando poníamos piezas nuevas los viernes y los datos no eran ni buenos ni malos. Sólo extraños.
-¿Hace un año, también retrasado en el campeonato, dijo que lucharía por el título. ¿Qué dice ahora?
-Que Vettel lo tiene muy de cara, pero que estamos en un buen momento. Todavía guardamos la esperanza aunque no tenemos ningún objetivo fijado.
-¿Se divierte compitiendo contra algún rival en especial?
-Sí, con Button y con Webber. Los duelos con ellos son buenos y con juego limpio y respeto. Son educados en la pista.
-¿Y los otros?
-No tanto.
-¿Es usted presumido?
-Va por épocas. A veces sí, a veces no.
-¿Se gusta en las fotos que se publican de usted?
-Procuro no fijarme demasiado.
-Es usted algo maniático de los números, ¿ha pensado ya algún juego con el 30 de sus años?
-Sólo sé que ésta será mi carrera número 30 con Ferrari. Curioso, ¿no?
-Dicen sus allegados que es muy cabezota.
-¿Por el tamaño? (suelta una carcajada) Sí, sí que lo soy. Si creo en algo es difícil hacerme cambiar de idea, pero si lo hacen voy hasta el final con ello.
-¿Le dan por imposible?
-Más o menos.
Fuente
Cumple hoy Fernando Alonso (Oviedo, 1981) treinta años y también treinta carreras bajo la bandera de Ferrari. Transmite la serenidad que sólo entrega la experiencia y se muestra íntimo. Abre la caja de sus sentimientos cuando habla de la familia, de su abuela ya fallecida y de la caja de bombones que ella le entregó solo unos días antes de dejarles. La treintena es un punto de inflexión, un momento que aprovecha para echar un vistazo atrás, asombrarse de todo lo que ha conseguido y tomar impulso para seguir adelante. Lleva toda la vida en un circuito, pero asegura que la cuarentena ya no le pillará saltando de un avión a otro para subirse a coches que van a trescientos por hora.
-Ya tiene usted treinta años, ¿con la edad cambia la vida?
-Significa tener otro punto de vista. Me siento un poco más maduro, más responsable. Ya no tengo la locura de los veinte.
-Puede ser un buen momento para mirar hacia atrás.
-Con treinta ya tienes un bagaje. A veces me paro a pensar e intento ver lo positivo de las oportunidades que he tenido: el karting, las fórmulas de promoción, la Fórmula 1, mis dos títulos Mundiales... También miro al futuro, a proyectos como el circuito de karting en La Morgal y la escuela de pilotos que puedo montar allí. Y ahora, la experiencia de estar con Ferrari.
-¿De verdad cree que es más importante pilotar para Ferrari que ser campeón del mundo, como ha dicho hace poco?
-A ver. Yo quiero ganar muchos títulos para este equipo. Pero a mí me paran por la calle en Japón, Australia, Canadá... y nadie dice, "vamos a hacernos una foto con Alonso, que ganó el otro día en Silverstone". No. Dicen que soy el piloto de Ferrari. Cuando tenga 50 años si me recuerdan será por haber estado con ellos.
-¿Qué regalo le gustaría recibir por su cumpleaños?
-Ninguno en especial.
-¿Nada para su coche?
-Eso no puede ser un regalo. Tiene que venir del trabajo. Me vale con que la familia esté bien, que yo esté bien, que todo siga por el buen camino. Y profesionalmente, lo que venga será por méritos propios.
-¿Guarda un recuerdo especial de algún regalo?
-Todos los de mi familia, pero hay uno que no olvidaré jamás. El último regalo de mi abuela. La perdimos un mes de agosto. Estaba ya muy malita, en la cama, y me dio una caja de bombones. Me hizo mucha ilusión.
-¿Un piloto de Fórmula 1 tiene miedo a algo?
-Todos tenemos miedos, lo demuestres o no. Temo a la muerte, a los problemas de salud, a volar cuando hace mal tiempo, a muchas cosas.
-Usted es rico, famoso, conduce los mejores coches, ¿tiene algo de malo su trabajo?
-Con todo eso se pierde la privacidad. Tienes cochazos, te pagan bien y tu vida es ir a tope por un circuito, lo que siempre te ha gustado. Pero hay cosas que hace la gente y yo no puedo. Ir de vacaciones a ciertos sitios, a los restaurantes. Y otras son incompatibles con la vida de un deportista.
-Hablando de vacaciones, también llegan a la Fórmula 1, justo después de esta carrera. ¿Dónde no le encontraremos?
-Creo que no voy a pasar esos días en España.
-¿Se mueve mucho o es de quedarse en el mismo lugar?
-Me muevo, me muevo. Voy a varios sitios y estoy un par de días en cada uno. Si paso una semana y media en el mismo lugar, al poco ya hay mucha gente que sabe que ando por allí. Entonces me voy y empieza todo de cero.
-¿Planifica sus vacaciones buscando lugares donde no puedan reconocerle?
-Sí, claro que lo pienso. Para descansar es fundamental estar tranquilo y despejado.
-Pues tiene que ser difícil.
-No tanto. Hay sitios en que la Fórmula 1 no es tan conocida.
-¿Qué piensa cuando le critican porque sonríe poco o no es todo lo simpático que lo que la gente espera?
-No presto atención. Lo respeto y paso página. Tengo la suerte de que cuando alguien me conoce se lleva una impresión buena y después se pasa meses repitiendo que ha sido una sorpresa. Me sucede a menudo.
-Ahora ya vive en España, un argumento menos para los detractores.
-Buscarán otro rápido. Pero no pasa nada. He vivido en España, Inglaterra y en Suiza. Vivía de verdad y pagaba todos mis impuestos. En los diez años que llevo en esto no hubo, ni hay ni habrá ningún problema con mis obligaciones fiscales. En eso soy muy estricto.
-¿Está contento más cerca de su familia, más arropado?
-No he notado mucho cambio porque estamos en plena temporada. Supongo que en invierno será diferente. Que ahora esté en Asturias no ha cambiado mucho porque sigo viendo muy poco a mi familia.
-¿Cómo es el ciudadano Fernando Alonso Díaz?
-Muy tranquilo, sereno. Respetuoso con la ciudad, con la gente, con mis vecinos. Soy demasiado normal para lo que le gustaría a la gente, que espera que hagas algo extravagante solo por salir por televisión.
-Hace poco fue usted mismo a pasar la revisión técnica de uno de sus coches. A la gente le puede extrañar.
-No veo por qué. No voy a estar encerrado todo el día en casa. Si he jugado un partido de fútbol y hay que pasar la ITV al coche pues acompaño a mi padre, o voy solo. No pasa nada. No tengo a nadie que me hagas esas cosas. Sigo siendo un chaval completamente normal cuando estoy fuera del circuito.
-A los diez años ya andaba por los circuitos, a los veinte también, aquí sigue a los treinta, ¿y a los cuarenta?
-No. Bueno, nunca se sabe, pero a esa edad no sé si podría dar el cien por ciento en cuanto a la exigencia física y mental de la Fórmula 1. Con cuarenta tendré otro estilo de vida y otras prioridades.
-¿De dónde saca la motivación para dar ese máximo del que habla durante tantos años?
-De lo competitivos que somos los deportistas. Me gusta demasiado ganar y odio demasiado perder. La victoria es la mejor sensación que jamás he tenido y la derrota, la peor. Y las separa un hilo tan fino que te quedas enganchado.
-La semana pasada Lewis Hamilton dijo que quería ganarle al golf, ¿acepta el reto?
-Sí, no tengo ningún problema. Seguro que terminamos jugando. Si fuera de Europa coincidimos en un hotel, nos vemos en el desayuno y no tenemos nada que hacer, igual sí. Pero no tenemos una relación tan cercana como para planearlo.
-Sería para ganarle.
-Por supuesto.
-¿Por qué circulan tantos bulos sobre su vida?
-No me pasa a mí solo. Supongo que es normal. Cuando estás tan expuesto todo el mundo tiene algo que decir de ti. Quizá otros pretenden aprovecharse. Si dicen que no sé qué casa es de Alonso, a lo mejor es que tienen una al lado y quieren venderla mejor.
-¿Cuándo fue consciente de que el coche de este año tenía problemas?
-Pronto. Cuando poníamos piezas nuevas los viernes y los datos no eran ni buenos ni malos. Sólo extraños.
-¿Hace un año, también retrasado en el campeonato, dijo que lucharía por el título. ¿Qué dice ahora?
-Que Vettel lo tiene muy de cara, pero que estamos en un buen momento. Todavía guardamos la esperanza aunque no tenemos ningún objetivo fijado.
-¿Se divierte compitiendo contra algún rival en especial?
-Sí, con Button y con Webber. Los duelos con ellos son buenos y con juego limpio y respeto. Son educados en la pista.
-¿Y los otros?
-No tanto.
-¿Es usted presumido?
-Va por épocas. A veces sí, a veces no.
-¿Se gusta en las fotos que se publican de usted?
-Procuro no fijarme demasiado.
-Es usted algo maniático de los números, ¿ha pensado ya algún juego con el 30 de sus años?
-Sólo sé que ésta será mi carrera número 30 con Ferrari. Curioso, ¿no?
-Dicen sus allegados que es muy cabezota.
-¿Por el tamaño? (suelta una carcajada) Sí, sí que lo soy. Si creo en algo es difícil hacerme cambiar de idea, pero si lo hacen voy hasta el final con ello.
-¿Le dan por imposible?
-Más o menos.
"Nacemos desnudos, húmedos y hambrientos. Después la cosa empeora".