La gran mayoría ya los ha leído, pero para despistados aquí tenéis las cinco entregas (por ahora) del episodio Alonso Hamilton 2007 escritos por mi amigo Josetxu.
Balada triste (Jose Tellaetxe - El Infierno Verde)
Uno de los capítulos de ese libro que todos sabéis, comienza reflexionando sobre lo que ocurriría si los lectores de información de Fórmula 1 supiesen qué edad tiene la mayoría de creadores de contenidos que escriben sobre nuestro deporte...
No está mal no tener edad para haber vivido ciertas cosas, hasta ahí ya llego. La juventud es un activo que debemos cuidar entre todos, y en este sentido, lo que me parece aberrante y nocivo para nuestra salud como colectivo es la manía que tiene la chavalería a dar categoría de autoridad a personajes como Lauda, por ejemplo, quien es ampliamente conocido por su egocentrismo y el apremio que siente por reescribir continuamente su propia historia.
Si no tenéis estómago para entender que uno de los mejores pilotos de todos los tiempos puede comportarse como un necio en cuanto abre la boca será mejor que dejéis de leer en este punto, porque Niki ha abierto un cajón en el que jamás se le ha perdido nada, del que, además, sólo sabe de oídas, seguramente por lo que le ha contado otro tipo al que habría que coger con pinzas: Norbert Haug, tan prepotente y estómago agradecido como el tricampeón austriaco.
Vaya por delante que jamás comulgué con la hipótesis que esgrimió Maese en su momento —de cuya pérdida se cumplirá el primer aniversario el próximo día 10—, y que así se lo comenté.
Las historias secundarias nunca pueden solapar la trama principal, y si es cierto que el asunto del espionaje de McLaren a Ferrari nos trajo de calle en 2007, no es menos verdad que aquello fue un espectáculo telonero en toda regla. El papel que había dado Carlos a Lewis tampoco encajaba, en 2008, lejos de las supuestas presiones sufridas en aras de mitigar las responsabilidades de su escudería al final de la campaña anterior, Hamilton continuó haciendo el mendrugo en pista y venció por un miserable punto a Felipe Massa, consiguiéndolo, además, en la última curva de la última carrera y envuelto en una bonita polémica.
No, el espionaje estuvo bien como ruido ambiental pero no debe, ni puede ocultar, que la temporada 2007 estuvo marcada por cinco hechos (contrastables) que daría cada uno de ellos para alimentar un capítulo de Expediente-X.
El primero de ellos es el extraño accidente del plafón que cae sobre el coche del asturiano, dañando el vehículo e impidiendo a su conductor disputar adecuadamente el Gran Premio de Bahrein, tercera prueba del campeonato.
El segundo se corresponde con el Gran Premio de Mónaco, quinta carrera del Mundial que gana el español pero en la que el novato acusa a su equipo de haberle perjudicado, resultando de todo ello que Lewis será apoyado sin paliativos ni atisbo de sonrojo por la prensa británica y la FIA, organismo que, obviamente, abre una investigación.
El tercero escala un grado, y sucede durante el Gran Premio de Europa (décima cita del calendario), donde en una actuación sin precedentes, Charlie Whiting manda devolver a pista a Hamilton tras haberse quedado atrapado en la gravilla, mediante el uso una grúa cuya presencia pone en grave riesgo al resto de participantes, amén de a los comisarios, el piloto y los operarios involucrados.
El cuarto supone un bellísimo ¡por mis santos cojones! La FIA, a cuenta del chivatazo del padre de Hamilton en Hungría, tan sólo una prueba después de los sucesos de Nürburgring, abre de oficio diligencias a Fernando Alonso y se saca de la manga una sanción que consiste en retirarle la pole y retrasarlo cinco puestos en la parrilla de salida por algo que, en justicia, era competencia exclusiva de la escudería de Woking.
El quinto sucede en Fuji, donde el periodista Frank Worrall sitúa el escenario de una enigmática frase escrita en pretérito en el interior de un libro que verá la luz menos de un mes más tarde: «Lewis Hamilton coronó su temporada de debut ganando el campeonato del mundo en el Gran Premio de Japón de octubre», donde la FIA hace la vista gorda con los movimientos del británico detrás del Safety Car, y donde McLaren no avisa a Alonso de que lleva la aerodinámica muy dañada y permite que el asturiano sufra un tremendo accidente que podía haberle resultado demasiado caro.
Como guinda os contaré que en la última disputa del calendario, el Gran Premio de Brasil, la FIA habilita una comisión que velará desde los boxes de McLaren, porque a nuestro compatriota lo mate su escudería, deportivamente hablando, sin que salpique, Of course...!
Disculpadme la bromilla que se me ha escapado en el último párrafo del relato de ocurrencias, pero es que a poco que nos fijemos, todas ellas benefician o amparan a Lewis Hamilton.
Hay mucho más: las amenazas, las telemetrías, las extra lap y las estrategias, por ejemplo, pero con vuestro permiso lo dejamos para mañana, porque por suerte para los que todavía no hemos perdido la vista ni tragamos con ruedas de molino, el propio Lewis nos ha demostrado de qué iba todo aquello durante su periodo de convivencia con Nico Rosberg y al inicio del que vive con Valtteri Bottas este mismo año.
Os leo.
A pesar de que ya hay quien ha comenzado a alterarse a cuenta de mi entrada de ayer [2007, balada triste (I)], lo cierto es que las seis anécdotas que aporté son contrastables, amén de extrañas, que es como las definía hace menos de veinticuatro horas.
A cuenta del suceso de Bahrein, por ejemplo, os diré que no he encontrado un sólo dato ni un sólo testigo que avale que el coño plafón cayera realmente sobre el vehículo de Fernando. Se desprendió de noche, se supone que el personal se encuentra con el follón al abrir el garaje. También se supone que se procede a arreglar el techo y el monoplaza al comienzo del día. Consta que al piloto español se le informa del percance al llegar al box de la británica por la mañana. Imagino que hay restos en algún lugar que justifiquen lo ocurrido. Hubo un comunicado oficial, se dio por bueno y punto.
Y lo extraño es que en todo este tiempo nadie se ha preguntado jamás cuánto pesa un plafón de pladur, incluso con lámparas y soportes de aluminio, ni cómo fue posible que el cableado de la iluminación se mostrase incapaz de sujetar parcialmente el conjunto, o mitigara su caída, permitiendo que éste cayera a plomo sobre una zona tan sensible del monoplaza.
Espero que se entienda que no comprendo cómo un peso de entre 7 y 10 kilogramos, tirando muy por lo alto, fuese capaz del soltarse del cableado eléctrico que viaja por encima del garaje para terminar dañando la nose y el alerón —cualquiera que haya sufrido un desprendimiento de una góndola eléctrica, sabe que suele quedarse colgada en el aire gracias a que los cables la sostienen—, ni que con los reglajes del día anterior en la mano, la experta gente de McLaren se mostrase insolvente a la hora de revertir la situación de cara a la fase clasificatoria y la carrera.
No he opinado todavía, simplemente he mostrado mis dudas al respecto de un hecho ciertamente asombroso, que acabó penalizando al asturiano en la tercera carrera del campeonato.
Honestamente os diré que prefiero que saquéis las conclusiones vosotros. Eso sí, cuando alguien me pregunta por qué le doy tanta importancia a este incidente contesto siempre que por la misma razón que ha dado importancia Lewis Hamilton a la confianza en su equipo desde 2014 a esta parte.
Me parece justo que si para el británico vale este argumento, sobre todo en manos de quienes pretenden disculpar sus numerosas meteduras de pata en estos tres años y unos meses, también sirva en el caso del español si hablamos de 2007, porque lo de Bahrein pudo dañar la confianza que tenía depositada en su escudería el de Oviedo y llevarlo a cometer algunos errores tácticos. En todo caso, quiero recordar que Alonso no se quejó de que sus mecánicos fuesen más decuidados y menos profesionales que los de su compañero ni de que su equipo le diese peor material. Arreó con la situación, perdió un puñado de puntos en su lucha por el Mundial y, sospecho, empezó a prepararse para lo peor.
La historia de por qué Dennis pudo abordar una salida tan estúpida —en el caso de que fuese así, pues se desconoce—, tendría incluso su explicación: por nada del mundo quería que la prensa aireara sus trapos sucios, y lo cierto es que los gacetilleros ingleses llevaban desde Melbourne hablando y hablando exclusivamente de la de Woking y del mal trato que se le daba a Hamilton en su interior. Ofrecer una victoria de Lewis por ver si se calmaban parecía a priori una buena idea, otra cosa es que el chiquillo a lo peor no lo entendió así y la prensa aún menos, pero en todo caso, repito: esto es una conjetura.
Y es que hay mucho de verdad en que todo es opinable. Las amenazas de Norbert Haug al piloto español entran dentro de lo opinable, los comentarios de Pedro de la Rosa sobre los componentes desechados que se estaban utilizando en el coche de Fernando (Francia) también son opinables. Por descontado también lo son las telemetrías o el champán y los globos previstos para festejar el triunfo absoluto de Hamilton en China, y las palabras de Dennis admitiendo que luchaban contra el asturiano. Y por supuesto, el tema de las presiones y la temperatura de los neumáticos a pesar de que Jacques Lafitte afirmase que era un método muy usado en el pasado para lastrar a un piloto. También lo de Frank Worrall es opinable...
Lo que no es opinable es que la vuelta extra suponía unos cuantos kilos menos de combustible en el depósito y, por tanto, unas décimas más de velocidad en vuelta lanzada, ni que de las 17 citas de aquel Mundial 2007, en 12 ocasiones hizo extra-lap Hamilton (11 si sacamos de ahí el Gran Premio de Hungría) y a Alonso sólo le tocaron 5 a pesar de que su contrato establecía que iba a contar con el mejor material y las mejores estrategias porque firmaba con McLaren como piloto número 1, sin saber entonces con quién iba a tener que lidiar en 2007.
Seguiré con esta historia pero de momento lo dejamos aquí porque no pretendo que nadie se ponga cardiaco. Obviamente, menos de lo que no resulta opinable, del resto podéis opinar lo que os plazca, faltaría más.
Os leo.
Donde esté una buena relación de amor entre patrón y currante y haya mucho espacio para que quepan deslealtades, egos exacerbados, equivocaciones de manual, envidias insostenibles y salidas por la puerta de atrás, para qué contemplar que la vinculación de un piloto con su escudería es estrictamente profesional y se establece bajo criterios legales y comerciales, y económicos, por supuesto...
A pesar de que ahí fuera se da por seguro que durante 2007 la prensa española supuso una suerte de guardia pretoriana alrededor de la figura de Fernando Alonso, lo cierto es que salvo honrosas y contadas excepciones, el grueso de nuestros plumillas y comunicadores ejercieron de dócil correa de transmisión del sindiós que iban a montar sus compañeros británicos a la terminación del Gran Premio de Mónaco de aquel año.
Basta tirar de hemeroteca para comprobarlo y si no tenéis suficiente con lo que podáis encontrar, os diré que estrené Nürbu el 3 de agosto de 2007 precisamente para contrarrestar desde mis pobres limitaciones de entonces, una corriente informativa que pretendía que comulgásemos en España con que el negro es blanco y el rojo azul porque todo es opinable.
Pero desengañémonos, en el fondo muy pocos periodistas nativos conocían el auténtico valor de una telemetría de clasificación o carrera, qué importancia tiene un psi arriba o abajo en un neumático, un kilogramo de combustible, una diferencia entre compuesto duro o blando, un grado de más o de menos en una alfombrilla térmica o en la inclinación de un flap, o, ya que estamos, las infinitas maneras que tiene un equipo de joderle la vida a uno de sus pilotos pasando totalmente desapercibido.
Obviamente, muy pocos sabían aquí qué suponía haber firmado como primer piloto para la escudería McLaren tras coronarse Campeón Mundial de F1 en 2005 con Renault cuando Lewis Hamilton conseguía su título en la F3 Euro Series, así que bastaba para salir del paso con tirar como loros de lo que afirmaban con tanta rotundidad los chicos de la prensa británica...
Lo malo de todo esto es que a la british press, bebedero de nuestros supuestos patriotas, se le arrogaba saberlo, siquiera por pedigrí y experiencia en El Circo, y cuando a la terminación de la prueba monegasca el de Tewin montó la de Dios es Cristo porque le habían dado peor estrategia como justificación a que el Nano lo había batido en toda regla en uno de los circuitos más complicados del calendario, nadie fuera o en España llamó imbécil o gilipollas al inglés, que sería lo propio.
Hoy, por fortuna, sabemos en qué han consistido el ruido y el silencio en nuestro deporte mientras Bernard Charles Ecclestone estaba al frente, y cómo la prensa especialista británica se ha comportado entre 2014 y 2016 de manera totalmente opuesta a como lo hizo en 2007. Y lo cierto es que los vasallos de la Queen inglesa cargaron con inusitada virulencia contra Ron Dennis al final de aquel lejano Gran Premio de Mónaco, seguramente porque quien sujetaba su correa consintió o alentó tamaño desaguisado.
Dennis contra las cuerdas. Un fenómeno como Lewis en el candelero y produciendo dinero a expuertas. Bernie feliz y la prensa española a sus cosas. El marco idílico para una felonía como un campanario de grande.
Ron iba a ser sometido a una presión descomunal a partir de ese momento, y no es casualidad que en El Principado se comience a desatar lo que posteriormente conoceremos como Spygate...
Muy pocas personas conocen lo que había detrás de la operación que llevó a Vodafone a abandonar Ferrari para pasarse a McLaren en 2007, pero Bernie es una de ellas. Con Dennis en la esquina del cuadrilátero, quien sea —no vamos a dar nombres, que la gente no concilia el sueño por tonterías más pequeñas que ésta—, pone un mecanismo en marcha que no reparará en gastos hasta convertir a Hamilton en Campeón Mundial, porque eso es lo que conviene al negocio.
Pero existe un pero, mejor dicho, dos. Un piloto descomunal que no tiene miedo y por ello marcará una época, y un patrón que sabe que va a tener que incumplir su contrato con el español si quiere que su escudería sobreviva.
A partir de Canadá las mejores estrategias en carrera las definirá la posición en clasificación. Ron confía, intuyo, en que Fernando resolverá la situación en pista, pero Lewis es mucho Lewis, y no está por la labor de desaprovechar la penúltima flaqueza del jefe de su equipo, a quien llegará a insultar por radio en Hungría. A ver, tiene de su lado a la todopoderosa prensa británica y a quien sujeta su collar, y por ende, a las legiones de lameculos que ríen a unos y otros las gracias en todo el orbe, incluso en España.
El británico marcará en Montreal la quinta extra-lap de su pretenciosa carrera en 2007. Es tan ***** como para no calibrar qué se juega en la sexta cita del calendario. Va a destruir McLaren, va a hacerle el juego a Bernie, pero tardará todavía un año y medio en comprender el papel que está interpretando.
Fernando, entretanto, ha visto definitivamente las orejas al lobo tras el Gran Premio de Mónaco y guardando un as en la manga, sabe en primavera de 2007 que sea cual sea el resultado de esa temporada, se va a Ferrari porque su contrato ha sido roto.
Os leo
Produce cierta cosica que nuestros más tiernos gurúes se empeñan en que no miremos a 2007 por aquello de no revolver la *****, mientras la prensa inglesa y alemana, junto a alguno de los señeros del paddock, no hacen otra cosa que revisitarlo constantemente para intentar justificar que lo blanco era negro entonces y que así debe quedar para la posteridad.
Fernando malo, Lewis bueno, el resto: caca, pedo, culo y pis, ya sabéis.
El caso es que iba a dejar la continuación de esta serie para agosto, más que nada por evitar úlceras estomacales entre el personal reacio a utilizar su inteligencia, pero puesto que ayer mismo, mi amigo Yhacbec López me pasaba la visión personalísima de Andrew Benson sobre los sucesos de Hungría de aquel año, expresada anteayer a la BBC: «A series of rows followed, culminating in a cataclysmic weekend in Hungary. Hamilton double-crossed Alonso in qualifying by refusing to let him by as agreed during the "fuel-run" laps, effectively denying him a fair shot at pole position. Alonso retaliated by blocking Hamilton in the pit lane so he could not do a final lap. Dennis failed to control the fall-out», he recordado las sabias palabras del Almirante Blas de Lezo: Todo buen español debería mear siempre mirando hacia Inglaterra, y voy a proceder a paliar el olvido intencionado de Benson, porque ésta se la sabe, vaya que la sabe.
En fin, habíamos dejado el asunto en la anterior entrega [2007, balada triste (III)] con la aparición en escena de la prensa británica en Mónaco.
Ya comenté que siempre he intuido que Bernie había mandado a sus perros contra Ron Dennis para que el cumplimiento de un contrato no estropeara el filón que suponía el piloto de Tewin: negro, joven, guapo y veloz y tal, pero hoy no toca ahondar en este tema porque Fernando, a pesar de haber visto ya las orejas al lobo, pasará de coliderar la tabla de conductores a ir bastante detrás de su compañero en tan sólo cinco carreras, tiempo durante el cual, la british press hace la vista gorda o echa sal según sean de graciosas las hazañas de su compatriota.
Después de Mónaco, Dennis ha pactado con sus pilotos que la extra-lap (menos combustible en el depósito y por tanto, mayores posibilidades de obtener la pole) se alternará a partir de Canadá, comenzando por Lewis. Es decir, son para Hamilton las extra-lap en las clasificaciones de Canadá, Francia y GP de Europa (disputado en el Nürburgring), y para Alonso las de Estados Unidos, Gran Bretaña y Hungría, y paro aquí porque como es de sobra conocido, en Hungaroring todo se irá a tomar por el saco.
Pero seguimos en verano y cabe recordar que escenificando muy buen rollo, la propia FIA se suma a la iniciativa pacificadora de Mclaren y duerme el asunto del spygate, aunque como duerme un cartucho en la recámara de una automática, porque lo despertará en cuanto el español demuestre una vez más que no está dispuesto a dejarse matar tan lindamente, vamos, justito después del Gran Premio de Gran Bretaña —prueba que gana Kimi y donde Fernando quedará por delante de Lewis—, y antes del Gran Premio de Francia, cita en la que la caja de cambios del MP4/22 del asturiano fallará quizás porque como dijo Pedro de la Rosa en la retransmisión, no usaba material fino fino...
El caso es que Dennis sigue acogotado por la prensa de su país a cuenta del incendio del espionaje a Ferrari cuando El Circo llega a Alemania, donde se disputará el Gran Premio de Europa. La extra-lap le corresponde a Hamilton pero no le sirve de nada porque terminará saliendo décimo.
Ferrari está fuerte, el de Oviedo aguanta, y el de Tewin naufragará cosa mala en carrera bajo el tremendo aguacero que cae en las primeras vueltas sobre el trazado alemán. Su coche no es capaz de sostenerse en pista y queda varado en la escapatoria de la curva número 1, junto a otros cinco pilotos que caen en la misma trampa: Button, Liuzzi, Speed, Rosberg y Sutil.
La imagen que tenemos en la retina todos se corresponde con el momento en que la grúa está depositando el monoplaza del británico sobre el asfalto y da la sensanción de que, por un casual, el cacharro encuentra a Lewis allí y se limita a maquillar las circunstancias. Algo sin malicia en todo caso. Pero no, la cosa tiene unos cojonazos como para hacérselo mirar, ya que Hamilton ha quedado a un palmo de las protecciones y Charlie Whiting manda la grúa a buscarlo a él, a nadie mas, con lo peligrosillo que resultaba.
La grúa recorre unos metros mientras se depliega el Safety Car, recoge el McLaren, lo eleva con la ayuda de unos comisarios y con él en la pluma retrocede otro puñado de metros hasta llevarlo a pista de nuevo...
La razón parece obvia. Alonso puede ganar la prueba —de hecho lo hará, pegando un soberano hachazo a la ventaja que le lleva su compañero—, así que hay que mantener la emoción como sea y contraviniendo el reglamento y poniendo en riesgo a toda la parrilla, la FIA retuerce la historia hasta el punto de que echando la vista atrás, aquel suceso produce risa si no fuese para llorar.
Mosley apretará aún más las gomas a Dennis en los días siguientes, Bernie y la prensa británica también, y Hamilton necesitará más que nunca la extra-lap de Hungría (no le corresponde) porque sin esta pequeña ventajilla está vendido, y todo esto sí justifica lo que sucederá en Hungaroring por mucho que Andrew Benson tenga otra perspectiva o nuestros gurúes nos indiquen que de nada sirve revolver en la porquería, salvo que seas inglés de Gran Bretaña, claro.
Os leo.
La imagen es lo suficientemente elocuente como para que nadie cuestione si Alonso se había vestido de manera provocativa, si opuso suficiente resistencia o si se lo había buscado. Un tipo que no debería estar ahí se había empeñado en hacer acto de presencia incluso insultando por radio a su jefe, y el equipo lo estaba esperando. No hay más.
Lo habíamos dejado en que las extra-lap de clasificación se repartían de manera alterna desde Canadá [2007, balada triste (IV)], que en Hungría le tocaba a Alonso la vuelta buena y que después del Gran Premio de Europa, Hamilton la necesitaba como agua de mayo porque en verano no había sido capaz de despegarse lo suficiente del asturiano...
Aquí radicaba el problema. Incluso sometido a situaciones inverosímiles o de muy difícil explicación, el piloto número 1 de McLaren sacaba la cabeza en los momentos más inesperados para golpear con contundencia a su más inmediato rival; más si cabe, si a éste le daba por mostrar la yugular tratando de marcar diferencias reglando su coche sin ayuda (¡de qué nos sonará esto!).
Sea como fuere, Lewis actuará en Hungría como un perfecto hijode..., perdón, perdón, quería decir como en Mónaco. El hombre de equipo encuentra pie en la debilidad de Dennis, pues la prensa británica y la FIA lo están poniendo fino a sartenazos, y creyendo que sigue estando por encima de lo divino y lo humano trata de imponer por la fuerza una situación que le estallará en las manos.
Fernando, con una serenidad y una frialdad que saca de sus casillas al piloto británico, reclama explicaciones al muro porque no le han puesto los neumáticos pactados (blandos, en vez de los duros que le han metido a su coche), mientras el tiempo corre en contra de su compañero y de quien ha permitido que a Hamilton sí se le esté esperando con las gomas adecuadas para hacer una extra-lap que no le toca...
El resto es tan grosero que no merecería ni dos líneas, pero vamos a extendernos un poco.
El de Oviedo hace la pole y el de Tewin se queda con las ganas. Fernando pone en pública evidencia su malestar ante Ron a la salida del pesaje, supongo que por calzonazos. Hamilton ha reventado a McLaren y si Dennis lo tenía jodido con la prensa y la FIA, a partir de ese instante comenzará a caminar sobre un campo de minas. El patrón da una rueda de prensa donde explicará lo sucedido, con Alonso a su lado comiendo una manzana...
Es evidente que Ron intenta suavizar la tensa situación creada por el hijo del viento, pero no cuenta ni con la arrogancia de éste ni con la de su padre, quienes al atardecer originarán una situación más surrealista si cabe que la vista con la grúa en Nürburgring. Anthony Hamilton, sí, leéis bien, deja con el culo al aire a Dennis y apoyado por el comisario Tony Scott Andrews solicita una investigación a Charlie Whiting, quien ve bien y normal que el padre de un piloto se persone como reclamante de una cosa tan seria.
Los hechos se desencadenan en cascada a partir de ahí. FIA investiga, o mejor dicho: hace que investiga, y sin artículo del reglamento al que agarrarse y, desde luego, entrometiéndose en el ámbito de actuación exclusivo de una escudería por primera y única vez, que yo recuerde, sanciona al español por conducta antideportiva y le mete cinco puestos de retraso en la parrilla...
La exquisita prensa británica aplaudió tan sabia decisión y en España se defendió igualmente, todo normal, vamos. Seguramente Alonso, como buena víctima, tenía que haberse dejado hacer, en todo caso, ser el primer piloto, tener derecho a la extra-lap o a exigir que se cumpliesen los planes de trabajo, resultaban papel mojado en el seno de McLaren, un entorno del que se decía: protegía como en ningún lugar sobre la Tierra la igualdad de oportunidades entre pilotos porque era una de sus señas de identidad. ¡Nos ha jodido mayo con las flores!
Hamilton, armado con los reglajes y las telemetrías de su compañero, se impone en Hungría. Los medios jalean la evidencia de lo rematadamente bueno que es su chiquillo mientras sustantivan la perfidia de un hidalgo español que sólo sabe ganar haciendo trampas. Y así hasta hoy, que no os lo perdáis, todavía hay quien defiende que la fotografía de entrada y lo que retrata, son un montaje...
Esto último es un poco exagerado, lo confieso, aunque lo del imperio de la ceguera selectiva sea desgraciadamente cierto.
Os leo.
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